BISHOP ELISABETH
Para Naïma, una joven francesa que trabaja en una galería de arte parisina, Argelia, el país del que proceden su padre y sus abuelos, ha sido durante mucho tiempo solamente un punto difuso en el mapa sin demasiado interés. Sin embargo, en una sociedad agitada por el debate sobre la inmigración y el racismo a causa de los atentados de París, todo parece querer devolverla a la tierra de sus ancestros. Pero ¿qué relación puede tener Naïma con una historia que nunca le han contado? Su abuelo Ali, un cabileño de las montañas cercanas a la antigua Palestro, murió antes de que pudiera preguntarle por qué abandonó su aldea y se convirtió en un expatriado; Yema, su abuela, quizá pudiera responderle, pero no en una lengua comprensible para Naïma. En cuanto a Hamid, su padre, un chiquillo brillante llegado el verano de 1962 a uno de los campos de refugiados construidos a toda prisa en Francia, ha decidido no hablar de la Argelia de su niñez. Un drástico silencio familiar que para Naïma, francesa de suelo pero de ascendencia argelina, no deja de ser en buena medida una manera de dominar el arte de perder.