MARÍA ELENA LEÓN GARCÍA
María Elena ha reunido sus palabras. Sabe que son ellas quienes pueden tender un puente entre lo que fue y no ha sido, entre lo que se desvanece y lo que permanece. Memoria que a todos se nos muestra casi palpable, abierta, sin falsas pretensiones, dándole a cada historia su ritmo, su peso, su condición... Ella les lava el rostro a sus parientes, a sus viejos dolores, a sus preguntas intemporales, las de la infancia, las de hace unas horas, y que la visitan en sueños...
Hoy María Elena comparte con nosotros esta secreta emoción en forma de viento, de largas esperas, de silencios y hondos amores. Ella ha querido dibujar el instante en nuestros ojos, ha querido poner la gota de agua del recuerdo en nuestras manos, para que también algo en nosotros vuelva la mirada y comprenda que sólo hay una historia: la del corazón humano, capaz de habitar un tiempo, un lugar, hasta las últimas consecuencias...
Lucía Estrada, escritora colombiana.
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Desando caminos de piedra y aire, para catar con otra mirada el influjo verde azul que se impregnó en mi sangre. Miro hacia atrás y recupero experiencias significativas, que desde la escritura misma adquieren una dimensión cósmica. Reposada, con el calendario en la mano y la mirada en retrospectiva, me doy cuenta de cuánta lluvia ha corrido en mi historia personal y en la de mi entorno. Ver el fruto en las páginas de mi vida es gratificante.
En la medida que iba tejiendo palabras, recuerdos
soltaba nudos para luego imprimir en la piel sus matices y dejar que el papel dijera lo que tenía que decir.
Abrir el longevo álbum, contactar con mi niña y encontrarme en sus pupilas de mar, es bucear en mis propias aguas, resarcir heridas y salir a flote, respirar esencias ancestrales, sentir que han pasado sólo minutos y que la cuerda resistente aún se estira para seguir atravesando toda clase de puentes y ganar la otra orilla.