CESAR ALZATE VARGAS
Nicolás Antela tuvo que reír. Apuró en un solo trago el tispes que tenía servido y miró con ojos empequeñecidos a su amigo. Se dio cuenta de que todo estaba dispuesto para que ellos se solazaran en los dolores; todo era una gran mentira en la que necesitaban y querían revolcarse.
-Qué grandísimos maricones estamos hechos -dijo, sintiendo gran afecto por los dos. ¿Y qué hacemos aquíIlorando por un par de hijos de puta con los que ni siquiera tendremos hijos? Pues has de saber que todo esto de las tragedias amorosas no es más que un mecanismo de la evolución para mantener la continuidad de la especie.
-"Pero yo te quiero, te quiero hasta el alma" -recitó David Estévez con la Chavela, sumándose al juego; to miró con unos ojos que ya no podían mantenerse en su eje. Querido: en el plan divino la gente como nosotros es poesía.