Con una implacable ironía que lo libra de todo patetismo, a veces encarnando en otras voces o contando historias de otros, y siempre, siempre, de la poesía, pues se mueve en las lindes de lo prosaico, Octavio Escobar nos acerca en Manual de hipocondría, con mano maestra, a la enfermedad, al dolor y al miedo. Sus poemas nos recuerdan las muchas amenazas a las que está expuesto nuestro cuerpo por el simple hecho de estar vivos. Allí están las alergias y el carcinoma, los daños de la vejez y la fiebre, pero también la memoria de los padres, la presencia de los amigos, la luz del día, la belleza, y todo lo que hace que el poeta declare: . Su lectura nos atrapa, nos incomoda y nos conmueve, como toda buena literatura.
-Piedad Bonnett,