WATTS, STEPHEN
"Nunca he conducido un carro,
pero nadie nunca me ha elogiado por eso.
A los 18 dicidí no sentarme en el puesto del conductor,
sino ver la ciudad con mis pies"
La dificultad de escribir una poesía como esta -una poesía que rescata la singularidad y la belleza de la experiencia vivida sin un ápice de cinismo- estriba en lo fácil que se puede caer en el sentimentalismo o la conversación. Watts esquiva estos peligros mediante una atención rigurosa a la forma y al lenguaje, a la tensión entre la pausa y el movimiento, al diálogo entre lo prosaico y lo elevado, al contrapunteo entre sonido y silencio.