PINTO, JUAN ALFREDO
Regresé a Colombia a finales del 2018 tras casi una década a lo largo de la cual me desempeñé como Embajador en la India, Turquía y otras ocho naciones euroasiáticas.
Visité los principales países de Latinoamérica y encontré un grave deterioro de la situación económica con una profunda desigualdad, muchos sectores y grupos sociales marginalizados, el subcontinente superando el ciclo terrorista, un proceso de paz complejo pero meritorio en Colombia y una democracia exánime en casi toda la región, agobiada por la polarización y la fragmentación, la frustración de las mujeres y los jóvenes llenos de hartazgo e indignación.
Traté de entender e interpretar el ciclo de debilitamiento democrático y encontré problemas económicos en la limitada oferta exportable, la incapacidad competitiva de los territorios, la fractura entre los grandes conglomerados y las mipymes, la crisis en la titulación de la propiedad y los agudos problemas financieros y de corrupción en la justicia.
En general, una democracia continental con más elecciones mediáticamente orientadas y con menores libertades. Me afectó profundamente la masacre de líderes sociales y la demencial posición de las disidencias narcoguerrilleras y del ELN en el caso colombiano, así como las crecientes expresiones neopopulistas de izquierda y derecha en los países más representativos de nuestra América.
Definí el fenómeno con un neologismo, lo llamé ádeiocrecia, del griego ádeio (vacío) y kratos (poder). Un cilindro turbulento en la periferia y vacío en su interior, un sistema político caracterizado por la desconexión entre el estado y la sociedad, entre el gobierno y la ciudadanía.
A la descripción de este fenómeno dedico el primer bloque temático de ensayos en mi libro, así como al planteamiento de reformas fundamentales.
Haber vivido años en Asia y en el borde de Europa me había permitido útiles cotejos de modelos económicos en ese gran continente que ha pasado a ser el eje del planeta, más también conocer de sus imperfecciones políticas, no por la diferencia de los sistemas sino por las extensas manifestaciones de autocracia y liderazgo unipersonal o de círculos concéntricos rodeando el poder, lo cual termina produciendo estados más eficaces en lo económico pero naciones extensas y pobladas con pueblos obedientes por obligación, alienados, que apenas lamen el epitelio de la libertad a través del consumo y la cotidianidad.
Encontré una grave crisis del liderazgo global, conductores pequeños para grandes problemas mundiales. Salvo algunas excepciones como el honroso caso de Angela Merkel, el mundo necesita obrar modificaciones en los órdenes político y económico, pues las transformaciones tecnológicas corren más velozmente que las adecuaciones institucionales, políticas y del sistema internacional.
Los líderes tienen un anclaje mental y metodológico que los mantiene desfasados de las realidades y sin capacidad para abordar los grandes problemas universales. A tal crisis y a la superación del dualismo entre desarrollo económico y calidad de vida como concepto integral, dedico el segundo bloque temático de ensayos titulado ?HIPERliderazgo?.
Hay un nuevo mapamundi y en Latinoamérica seguimos observando el mundo con el viejo planisferio. Los cambios en las formas de vida, el factor demográfico, las migraciones, el rol de las políticas agrarias e industriales, la significación de naciones emergentes y la declinación de las que un día fueron poderosas, el rol de la ciencia y la tecnología, los corredores económicos y la nueva geografía humana.
Tales son los temas agrupados en el tercer bloque de ensayos que expuse en un ciclo de conferencias en la Casa Museo Carlos Lleras Restrepo y se integran en este libro bajo el título Nueva Geografía del Mundo.
Cuando en Latinoamérica tomaba curso la discusión sobre la desvertebración social y algunos gobiernos intentaban procesos de diálogo con variados propósitos y alcances, llegó la pandemia de la covid-19 que precipitó la crisis a la sima profunda y retadora a la cual estamos abocados.
La publicación de mi libro debió esperar algunos meses pues, como en toda crisis de magnitud, se presenta un inmenso espacio de oportunidad. Como reza el aserto campesino, las cosas tienen que dañarse para poder arreglarlas.
La dimensión de la pandemia ha sido de tal magnitud y profundidad que configura uno de aquellos macro accidentes históricos del tiempo axial, simultáneo y global.
La pospandemia constituye un ciclo llamado a lo trascendental, no como una rebelión contra el pasado y todos sus valores, sino como una expresión de renovada priorización en el sentido de que el ser humano es, en sí mismo, el objeto del conocimiento, del desarrollo científico tecnológico.
Por ello, de la mano de Edgar Morin y con visiones inspiradoras como las de Zigmunt Bauman y otros filósofos contemporáneos, propongo una renovada economía social y ecológica de mercado que, a los acordes del humanismo digital, nos sirva como paradigma de un centro político legitimado en la afirmación que doble la página de las expresiones anacrónicas de dualismo que nos han hurtado tiempo histórico.
Desde Portafolio, el diario económico que me alojó como su columnista desde su fundación, presento a consideración de sus lectores mi libro ?Ádeiocracia, HIPERliderazgos, Nueva Geografía del Mundo, Sociedad de la Pospandemia?.